Carlos Aragón

Al mismo tiempo que aquello sucedía en casa de Emily, en la casa de su vecino, Carlos Aragón las cosas no iban bien. Carlos no quería acercarse a ver a su vecina. Malditos humanos egoístas que querían lucrar con él. Si pudiera matarlos a todos…Estaba resignado a que la nueva humana le cobraría tanto dinero por el agua, que sus animales morirían. Junto a él estaba Manuel su capataz.

—Jefe, ¿por qué no va a averiguar de una vez cuánto pide por el agua la nueva vecina?

—Al mal paso...

—Bueno jefe, al rato ella no sea mala persona y le cobre barato.

—Charlie el jefe de policía, me ha dicho que se ve que es una buena persona. Le dije que ya le tenía engatusado y me ha acusado de estar prejuzgando y hablando de ella con rencor.

—Bueno jefe nadie puede culparlo a usted, sus experiencias no han sido buenas. Sin embargo, dele el beneficio de la duda.

Algunos minutos después y en contra de sus propios deseos, Carlos se encontraba llamando a la puerta de su vecina. Emily tenía puesto un cabestrillo porque a veces le molestaba el hombro, pero la criatura en él…esa se sintió atraído por ella. La quería para él.

— ¿Eres Emily?

— Si. ¿En qué puedo ayudarlo?

— ¿Tú mamá se llama Emily?

—No.

— ¿Tu eres la dueña? ¿La que acaba de comprar esta casa? ¿Tú que te ves como una mocosa de 16 años?

—Sí, así es. Mi nombre es Emily Gold. Tengo más de 26 años y disculpe la pregunta, pero ¿qué desea?

Aquella forma de hablarle, le molestó. Quizás era sólo que ya estaba prejuzgando a su vecina. Las mujeres se ponían coloradas al verlo —parte de su naturaleza—y su vecina parecía no tener ninguna atracción por él. Y era un Aragón, su linaje se extendía a Lores y Duques y esa vulgar humana no le hablaba con respeto. Por eso le fue imposible evitar hablarle de forma cortante y grosera. El vampiro en él anhelaba sumisión de esta humana, no parecía tener ningún instinto. Su mente estaba cerrada a él, aquello era imposible, pero no olía en ella a una criatura mágica.

—Soy Carlos Aragón y vine a hablarte del río que está en tu propiedad. Te advierto que no consentiré que me cobres usuras por el agua y que de hacerlo debes saber que tendrás un buen enemigo viviendo cerca de tu casa.

Emily dio un paso atrás, ¿la mordería? Nunca imaginó que su vecino pudiera ser tan patán. Se le quedó viendo... entrecerró los ojos. Emily trataba de descifrar al hombre detrás del imbécil y más allá del vampiro. De pronto algo se encendió dentro de ella. La respuesta era evidente. Su escrutinio hizo que don Patán se sintiera incómodo y esa era una gran victoria.

— ¿Tengo monos en la cara o qué?

—Ya lo entiendo

— ¿Entendiste qué?

—Porqué la gente ha sido tan hostil con usted, es que es un grosero. No me conoce de nada y tiene la desfachatez de hablarme así. Además, asume que he de venderle el agua. Una persona razonablemente educada, pregunta primero.

Y su vecino gruñó… ¡gruñó!

—Te hablo como me dé la gana, tienes pinta de ser una buscona, quizás vienes a eso, pero lo único que me interesa resolver son mis propios problemas. Alguien tan joven no puede haberse comprado esta casa, seguro tus clientes le pagan bien.

— ¿Con usted? Por Dios si se ve usted bastante mayor que yo.

—¿Por qué asumes que soy tan anciano?

—De la misma forma que usted asumió que tengo una mamá, quien es dueña de todo esto.  ¡Lárguese de mi casa!

—Vamos Guapa, acostémonos de una vez y hablemos de negocios.

Lo que sucedió a continuación fue culpa de Carlos. Emily cerró la puerta y trató de calmarse, pero él siguió gritándole y entonces ella no pudo más.

— ¡Maldita loca! Ya sé cómo son las de tu clase, seguro has pensado en venir a vivir de mí, a meterte en mi cama.

Emily abrió la puerta y a pesar de tener dolor le arrojó una cubeta con agua sucia y desinfectante que tenía, tras haber limpiado el piso.

“Chúpate esta vampirito”

—Bruto engreído, no vuelva a poner un pie en mi propiedad.

—Las más fieras son las mejores en la cama.

—Ni mi cama ni mi agua, púdrase maldito engreído.

Carlos se fue furioso y Emily cerró tan duro la puerta que fue un milagro que no se dañara. Observó a su vecino a través de su ventana. Aunque la había disgustado, le daba mucha gracia. Regresaba a su casa oliendo a mugre. Se lo tenía merecido. Sin embargo, esa alegría duró poco.

Acababa de agredir a un vampiro. ¿Es que estaba loca?

Tanto altibajo emocional la estaba fregando porque ahora lloraba como tonta. Por su parte Carlos llegó a su casa hecho una furia, empapado y apestoso, se sirvió un trago, luego reventó el vaso contra la pared.  Manuel que iba entrando miró con asombro a su jefe.

—Pero ¿qué le pasó? Ha cobrado usuras. Eso justifica su enojo, pero está todo mojado…y no huele nada bien.

—La cagué. La he insultado y atacado. Al final me ha dicho que no ponga un pie en su casa. Bueno, además de arrojarme una cubeta con agua sucia.

—Jefe, debería ir de nuevo y disculparse. Además, no puede ser tan malo.

—Manuel, le dije que las más fieras son las mejores en la cama. Que seguro sus clientes le pagan bien, y que por eso pudo comprar la casa.

— ¿Que le dijo qué? Con más razón debería ir de una vez. Jefe esto va más allá del agua, descargó su furia contra alguien inocente, recuerde que su odio es justificado siempre que lo dirija a quien realmente lo desea. No me extrañaría que del todo, nos quedemos sin esa agua. Usted sabe que si al menos, en alguna parte el agua entrara a sus tierras jefe, el problema sería sencillo de solucionar, pero no es así, por eso necesitamos a su vecina, no me gusta ver morir a los animales jefe.

—Lo entiendo, si hubieras visto el enojo de esa mujer, de enemiga no ha de ser buena. Me cambio y voy de nuevo. Pero te vienes conmigo.

—De acuerdo.

Armándose de valor, llamó de nuevo a la puerta. Era un vampiro de cientos de años, pero sin embargo tenía miedo de esa diminuta mujer. Emily abrió, pero no fue lo que esperaba encontrar. Imaginó que estaría esperándole con una escopeta, sin embargo, la mujer ante él tenía el rostro enrojecido e hinchado de llorar. Si antes no se había sentido un patán, ahora lo hacía.

Mientras miraba a su hermosa vecina se sintió un patán. Se frotaba con la mano su hombro derecho. Podía percibir dolor en ella y era su culpa. Su criatura la quería, era difícil porque se sentía más humano que vampiro, pero en momentos como aquel, esa parte sobrenatural clamaba por tomar el control.

 Tantos años viviendo entre ellos, conviviendo con ellos y nunca le habían llamado la atención. Las mujeres normalmente para él eran solo para usar. Pero Emily…Emily era diferente, no parecía deslumbrada con él, incluso y de forma sorprendente, parecía resultarle desagradable.

¡Quería reír y gritar! A ella le desagradaba.

Al mirarla comprendió que anhelaba una vida normal. Para él ser un vampiro no era gran cosa, no era una ventaja o bendición.

Veía otros vampiros que parecían haber nacido para ello, pero él no, no solo porque era un vampiro defectuoso pues detestaba tomar sangre sino porque al estar solo, sin una compañera la vida era difícil.

—Lo siento mucho, pensé que ibas a estar furiosa, no llorando, pareces ser una mujer de armas tomar, sin embargo, estás así. —su disculpa era autentica y se sorprendió. Nunca se había disculpado con nadie—

—Me cuesta mucho manejar las confrontaciones y pensé que podía pegarme, estaba realmente furioso. Y aun me recupero de una herida de bala, levantar la cubeta no fue una buena idea.

Maldito su vampiro, no quería asustarla —pensaba Carlos—

— ¿Te dispararon?

—No nos tenemos confianza como para estarle contando cosas de mi vida. De haber venido mañana no me hubiese agarrado con la guardia baja.

—Me lo merezco. De verdad lo lamento.

—Si envía algunos hombres a trabajar podrían ayudarme a correr la cerca más hacia la casa para liberar parte del río. Sí quisiera que la deje bien puesta de mi lado para que los animales no andén a la libre por mis tierras y que me deje un trozo de rio para poder sentarme y mojar los pies. Por eso escogí estas tierras, por el agua.

— ¿Por qué harías algo así? Vine hace un rato pensando en rogarte por el agua, incluso estaba dispuesto a pagarte una renta por ello, mi desesperación tomó el control y dije cosas demasiado hirientes y aun así me dices eso.

—Deje de mirarme así, no soy enemiga suya. No estoy tramando nada. Le hubiera dicho lo mismo hace rato.

—No imaginas cuanto necesito el agua, las personas hasta ahora solamente me han sacado dinero.

—Yo no soy las demás personas. Comprendo que está ansioso y que incluso desconfíe, pero no le he dado razones para hacerlo. Ahora márchese de aquí.

—Lo siento señorita Gold.

—Tengo muchísimas cosas que hacer así que tráigase a sus empleados para que hagan el trabajo. Entre más pronto lo hagan más pronto me libraré de tratos con usted.

—Quisiera saber por qué haces esto, es difícil creer algo así.

—El asunto es que no solo pierde usted, hay animales que mueren de sed. Yo no necesito el agua.

—Si estás segura...

—No conozco a nadie, así que le repito, si envía ayuda cuanto antes podrán mover las cercas.

—Eres increíble, nunca imaginé esto y perdón por ser tan antipático.

— ¿Y qué culpa tengo yo? Ya me advirtieron tanto Clarissa como don Charlie sobre su naturaleza—mierda pensaba Emi, debía recordar mentir usando algo de verdad—

— ¿Qué te dijeron sobre mi naturaleza?

—Bueno, su naturaleza violenta y salvaje, dijeron que tenía usted un radar contra las busconas. Yo vine a vivir en paz, he vivido mi propio infierno y por eso la gente como usted me altera. Quisiera darle el agua porque es absurdo que yo tenga un río mientras que usted lucha por mantener vivos sus animales. Mis intenciones son únicamente esas.

—Lo siento Emily.

—Como le decía, usted no me ha hecho nada, incluso es inocente en todo esto, estuvo atado de manos gracias a su padre. Según me dijeron estas tierras que compré son solo una ínfima parte de las tierras originales.

— ¿Y cuánto pides por el agua?

— ¿Pedir?

—Sí, ¿cuánto dinero?

—No me insulte vecino, tengo mi propio dinero. Heredado de mis padres y por mis pinturas que se venden en Boston y New York.

—Otro terrible error el haberte insultado. Pero debes estar dispuesta a pedir algo.

—No pido nada. Con razón le cobraban usuras ¿andaba usted ofreciendo dinero?

—No, las primeras veces llegué a preguntar sobre el uso del agua y la respuesta era la misma. Miles de dólares anuales que en su momento no tenía.

—Comprendo.

—Pídeme lo que quieras has solucionado mi mayor problema. Y por favor tutéame que tenemos casi la misma edad, o eso parece. Tengo 30 años, como ves nada cercano a un padre. —·30 años desde hace 200 años, pensaba con humor Emily—

—De acuerdo en tutearnos, tienes razón pues tengo casi 27 años, pero no necesito nada. Y sobre eso de que tenías edad para ser mi padre, es que de verdad me dio demasiado coraje.

—Piensa en algo que desees, te lo pido. No puedo aceptar esto sí a cambio no te doy algo.

—Hablas de un trueque.

—Exacto.

—Mira, no necesito nada, en serio.

—De acuerdo, te daré mi número. Al menos llámame a cualquier hora en caso que necesites algo.

—No te llamaré a molestar.

—Después de salvar mi rancho dándome el agua, puedes llamarme las veces que quieras Emily.

—Gracias.

—Ahora me marcho, mañana a primera hora enviaré a mis hombres.

—De acuerdo, suelo madrugar para trabajar así que a las cinco ya estoy en pie, por aquello que vayan a hacer ruido, no me molestarán.

Manuel se sorprendió al ver a su jefe salir sonriendo.

— ¿Cuánto pidió la nueva dueña?

—Nada, me ha dicho que enviemos trabajadores para que corran la cerca, me ha regalado el agua.

—Tiene que estar bromeando, jefe.

—No hablamos de una acosadora, lo que es una novedad. Fue un cambio inmenso charlar con alguien que no coqueteaba todo el tiempo. Además, hay que ser un buen ser humano para perdonar a alguien tan patán como yo.

— ¿Y qué vamos a hacer?

—Quiero a todos los hombres trabajando en esa casa mañana. Tenemos que dejarle parte del rio y correr la cerca para que los animales no se pasen de su lado.

— ¡Agua! Esto hay que celebrarlo.

—Está sola en esa casa, le he dicho que, si necesita algo, a cualquier hora me llame. Esa mujer ha salvado mis tierras, a mis animales. No importa en que esté, si ella se comunica me avisas. Aquel que desobedezca pierde su trabajo.

—Algo radical, ¿no cree?

—Ella es la prioridad y saber que el no darle esa importancia les costará el puesto me garantizará que nadie fallará.

—De acuerdo.

—Busca unos tres hombres de confianza y que extiendan los patrullajes a los límites del sur.

—Va a vigilarla.

—Protegerla, que es distinto. Si esa mujer quiere cualquier cosa, se la daré.

Es nuestra y la tomaremos, susurraban en la mente de Carlos, pero lo mantendría a raya, esta vez la bestia no gobernaría.

—Suena a que ha caído, Jefe.

—Es extraño Manuel, pero me juré a mí mismo huir de las mujeres. Emily me dio algo invaluable sin pedir nada a cambio y eso no se ve todos los días. Pienso seguirle los pasos, pero creo que al final, será mía.

—Está mal, jefe. ¿Sabe lo extraño que suena que lo diga con tanta seguridad?

—Lo sé, pero no puedo evitarlo, ella va a ser mía sin importar a quien deba quitar del camino.

—Ojalá que no sea literal.

Cerca de las dos de la mañana Emily se despertó. Había algo caminando en su techo y asumió que era algún animal. Pero dormir de nuevo parecía imposible así que tras ponerse un abrigo bajó a preparar galletas y café. Mientras esperaba a que estuvieran listas, sacó papel y preparó algunos bocetos sobre lo que le gustaría pintar. Antes de darse cuenta eran ya las 4 am. El señor Vampiro rudo/maleducado y sus trabajadores llegarían en cualquier momento.

Vampiros, lobos, Fae…solo faltaban los unicornios…

… ¿existirían?

Acababa de poner las galletas en un platón cuando vio que eran casi eran las 5 así que tomó una taza de café y salió al porche. A lo lejos se veía a los trabajadores acercándose, Carlos venía con otro hombre, algo más joven que ella aparentemente. Se puso de pie cuando llegaron hasta su casa.

—Buen día Emily.

—Hola Carlos.

—Gracias de nuevo, te presento a Manuel, mi capataz.

Manuel se quitó el sombrero y lo estrujó con las manos de forma nerviosa.

—Mucho gusto señorita Gold.

Emily extendió la mano y Manuel se le quedó mirando de forma incomoda. Pero segundos después se la estrechaba sorprendido de que le diera la mano.

—Manuel entre por un cafecito y galletas caseras recién salidas del horno.

— ¿Recién horneadas?

—Sí, no soy una gran cocinera, pero mis galletas al menos no les enfermarán. Las tazas están en la cocina junto al café, leche y las galletas.

Carlos se mantuvo en silencio mientras la observaba sirviendo en una de sus tazas a Manuel, quien tomó su café rápido y comió tres galletas.

—Muchas gracias. Ahora me retiro a trabajar.

—Con mucho gusto.

Carlos esperó a que estuvieran solos. Se acercó a ella, pero Emily se sintió molesta por ello. No le gustaba la forma en que su vecino invadía su espacio personal. Tendría que ser cuidadosa y ponerse más seria. No conocía nada sobre vampiros y era lógico temerle a un vampiro irascible que en dos segundos podía morderla. Carlos se dio cuenta de su incomodidad y retrocedió hasta estar casi en la puerta.

—No quería ponerte incómoda, es que me doy cuenta que casi no dormiste. Horneaste galletas y eso es al menos una hora de trabajo.

—No pude, debo acostumbrarme a los ruidos del campo. Solo eso.

— ¿Ruidos?

—Cosas sin importancia, quizás algún gato que paseaba por ahí.

Carlos podía oler una mentira a kilómetros y Emily apestaba a ello. Así que decidió presionar, eso sí...manteniendo la distancia.

—Hay algo más que ruidos normales en el campo.

Algo en la voz de su vecino la hizo recordar que no debía mentir, podía omitir cosas, pero meter algo de verdad en sus respuestas.

—Mira, soy de ciudad ¿sí? y por eso no me acostumbro a los ruidos del campo.

—Vivo en la misma zona por si no lo recuerdas y en mi casa no hay ruidos de campo, al menos no a un nivel que me despierten. Así que mejor me cuentas lo que escuchaste.

—Fue extraño, al principio pensé que alguien caminaba por el techo, pero el sonido se acabó tan rápido como inició.

— ¡Debiste haberme llamado! —Solo otro vampiro, pensaba Carlos, podía simplemente desvanecerse así—

— ¿Y qué te iba a decir? No soy una histérica.

Carlos se veía realmente furioso.

—Qué tal... ¡Hay alguien en mi techo!

—No fue nada. Seguro un gato.

—Pero te mantuvo despierta. Y piensa, cerca de tu casa no hay un árbol por el que ningún animal trepe.

Se acercó a ella, pero de forma inmediata Emily dio un paso atrás.

—Mira. Necesito que queden cosas claras. No te me acerques y no me toques, no me gusta. Estuve casada pero mi esposo murió, fue un buen hombre. Poco después murió mi padre y luego mi abuelo. Me quedé sola y no quiero tener nada romántico contigo. Lo único que ofrezco es amistad y a ti por variar te caería bien pues estoy segura que sería algo completamente nuevo.

—De acuerdo, amigos. Pero por favor, si sucede de nuevo llámame.

Se sirvieron un café y se sentaron en la mesa de la cocina. Emily estaba nerviosa, su vecino la asustaba un poco, por suerte él podría atribuir sus nervios a lo sucedido la noche anterior. El silencio era abrumador, al ser vampiro—pensaba Emi— tenía que estar escuchando su corazón latir a toda prisa.

—No entiendo la forma de Manuel de mirarme. Creí que le había caído mal y que por eso no iba a darme la mano o a aceptar mi café.

Carlos la miraba como si tuviera dos cabezas.

— ¿Eres real?

—Tan real como vampiros y lobos — ¡mierda. La grandísima mierda!—

— ¿De qué hablas?

— ¡Dios! No suenes tan molesto, pienso en el sentido romántico, ya sabes que las mujeres nos imaginamos a un lobo sexy y malo haciéndonos sus compañeras.

— ¿Piensas que los vampiros y lobos pueden ser reales?

— ¿Tú no? En un mundo tan raro como este en que vivimos, debe haber lobos y vampiros por ahí. Soy pintora, vivo en mundos de fantasía, no vayas por favor a mirarme como si estuviera loca.

—Cada vez me sorprendes más. ¿Qué harías si de pronto te digo que soy un vampiro?

—No lo sé. Me daría miedo porque no sé si un vampiro te muerde o no, aunque no quieras…Pero no sé, quizás...

—No toques un tema para el que no estás lista.

—Sé que existen, un amigo es un lobo. Así que si me dices que eres un Fae o un lobo te voy a creer.

Carlos la miraba como si fuese una piedra preciosa. Y le daba miedo, sentía como si ahora él monstruo en él la viese como una de sus posesiones.

—Soy un vampiro. Me juré guardarme este secreto, pero me haces querer drenarte toda. Usarte para comer.

—Nada de romance entonces.

—No en mi caso. Nunca he amado realmente a nadie y los humanos, para mí son posesiones y nada más. Te lo advierto por si tus planes son los de amarme, ilusa mortal.

Emily lo miraba con miedo. Su corazón iba muy a prisa.

—Por más que me alegre escuchar tu corazón ir tan a prisa pues significa que tus instintos funcionan bien y quieres huir, cálmate porque mis colmillos están por descender.

Los ojos de su vecino eran rojos, el vampiro estaba ahí.

—Te deseo…necesito probarte.

— ¡Un paso atrás Drácula! Mi sangre no es para tomar.

—Emily, no hay opción. Los vampiros somos así, si necesitamos algo lo tomamos.

—Me iré de este lugar.

Dos parpadeos y era—aparentemente— Carlos. Su vecino no le gustaba, menos sabiendo que era tan voluble. ¿Podría llamar a Alec? Sería cierto que, de hacerlo, lo atacarían.

—Mi vampiro te quiere Emi querida, vayas dónde vayas ahí iré. Pero por ahora no te morderé, pienso que tenerte de amiga es mejor, detesto no poder tener alguien que sepa de mi secreto.

—Pero tu vampiro quiere mi sangre.

—No me hagas enojar y deberíamos estar bien.

—Lo sabía...—dijo mientras daba un paso atrás. Él la miraba con lo que estaba segura era un hambre voraz— lo supe desde que compré la casa.

— ¿Quién te lo dijo?

— ¿Lo asesinarás?

—No deben decirlo. Me vas a decir cómo obtuviste la información Emi o te atacaré. Soy un vampiro.

—No. Ahora dime por qué Manuel me miraba raro. ¿Es un lobo, vampiro, Fae? Sé que existen, pero, no se reconocerlos. En nada de nada lo que creí saber sobre quienes coexistimos en este planeta se ha ido al traste.

—Manuel es mortal lo mismo que todos.

— ¿Eres el más poderoso aquí?

—Sí, bueno casi. Tenemos nuestra ciudad protegida por Faes. Los lobos no entran, si lo hacen pierden su don de cambiar a Lobo, no podemos matarles, pero es una especie de garantía.

— ¿Y es igual para vampiros en caso de ir a territorio de lobos?

—Si. No vas a ver fuegos artificiales ni nada, es como si al entrar a la ciudad los dones se apagaran. Porque hay muchos de los suyos y muchos de los nuestros que nos movemos a lo largo del país o fuera incluso y eso nos permite trasladarnos sin que haya conflictos.

En cuanto a Manuel, las mujeres que han conocido mi casa y a Manuel, le miran con una cara que va de la indignación al asco cuando se acerca a nosotros. No solo le diste la mano, sino que usaste tus propias tazas para que tomara café, eso es algo nuevo para él. Ahora me voy a trabajar.

Carlos salió de la casa sonriendo Manuel se acercó a él.

—Déjeme decirle Jefe que es usted digno de admirar.

— ¿Y eso, hombre?

—Sonríe usted igual que cuando acaba de tener un encuentro amoroso con una de sus amigas.

—Si no estuviese de tan buen humor te despediría. Y para tu información no la besé porque me rechazó.

—Rechazado, Jefe creo que es la primera vez que veo que le noquean en el primer round. Aunque no lo entiendo, es usted muy atractivo.

Manuel se puso totalmente rojo. Carlos le miraba boquiabierto. Luego empezó a reír a carcajadas ante la incomodidad de su joven capataz.

— Manuel, no sabía que pensabas eso.

Para Manuel no fue difícil empezar a reírse junto con su jefe.

—Ay Jefe, lo digo porque las mujeres caen a sus pies como moscas, y tengo ojos en la cara, que sepa que es usted atractivo no significa que me guste por Dios, no infle tanto su ego.

—Emily enviudó hace un tiempo y no busca relacionarse con nadie. En dos platos, o amigos o nada.

—Le dieron calabazas. Eso está bien para variar.

Las siguientes semanas Emily se dedicó a preparar una pintura de su abuelo. Le gustaba observar a los trabajadores de Carlos. Se veían cansados, pero había cierta paz, aquel problema del agua debía haber dado mucho estrés a todos allí. Uno de los trabajadores apareció temprano llevando una de las máquinas de cortar zacate de Carlos.

—Señorita, el jefe me manda que le corte el zacate y que le pode algunas de sus plantas.

—De acuerdo, gracias.

Negarse sería absurdo—lo sabía bien—, no quería causar que su vecino el vampiro apareciera a amenazarla. Le preparó un emparedado, un refresco y se sentó junto a él sin saber que la miraban desde las sombras, que aquello le costaría la vida al muchacho.

Su visitante rabiaba al verla sonreír y atender a un simple peón. De pronto y antes de que siquiera comprendiera lo que sucedía, alguien pasó frente a ella a tal velocidad que no fue más que una sombra. Esta emitía sonidos como de animal salvaje. Tomó al joven que la ayudaba, lo levantó en el aire y cuando cayó al suelo el joven estaba muerto. Quien les atacó se internó en el bosque detrás de la casa de Emily. Temblando de miedo se acercó a él para escucharlo susurrar Carlos, antes de cerrar los ojos.

Así que se apresuró a ir por su celular para llamar a Carlos.

— ¿Diga?

—Carlos…el muchacho…

— ¿Emily?

—Está muerto…estábamos charlando y le han asesinado…

— ¿Tu estas bien?

—Sí, pero él…me ha dicho tu nombre antes de morir por eso supe que debía llamarte antes que a la policía.

—Hiciste bien, métete en la casa que mi vampiro será quien vaya por él, porque debemos deshacernos del cuerpo rápido.

—Bien, yo…

—Hiciste bien en llamarme, vete a casa.

—No puedo dejarlo aquí…

—Emi, vete a casa. Todo estará bien.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados