Me atrevo a mirarlo, ¿por qué no debería hacerlo? Clavo mis furiosos ojos en él. Buscando encontrar su rabia. Lo de la vista en el suelo, no está hecho para mí. Es más soy yo la que lo quiere a él mirando al suelo.
Frunce el ceño y se centra en mis ojos. Su intensa mirada intentando obligarme a bajar la mía. Pero no lo haré. Me siento enfadada y quiero que lo sepa. Que todos los sepan.
Él sabe de Max, no sé cómo. Pero lo sabe. Eso significa que también sabe de mi amor por él. ¿Por qué casarse con alguien que ya está enamorado?
—¿Me permite que pasee con ella por el jardín?
Supliqué a mi padre con la mirada, para que se negara.
—Por supuesto.
Mi cuerpo entra en tensión. Creo que ya no soy capaz de mover las piernas. Eso me recuerda a Max.
Dante me tiende su mano. Vuelve a mirar a mi padre. Me obliga con la mirada a que acepte la mano de Dante. Me ayuda a incorporarme. Y me ofrece su brazo para agarrarme a él.
Ojalá fuera la primer
Tiempo atrás:Me entretenía con los libros que Max me iba trayendo. Y cada mañana me hacía llegar el periódico. Yo jamás había leído las noticias. Pero de algún modo empezó a gustarme saber del mundo. Más allá de mi comunidad. Sabía de la existencia de esos países, pero leer sobre lo que pasaba en ellos era fascinante.Aunque mi mayor perdición fue uno de los libros que Max me regaló. Las Mil y una Noches. Leer una historia de amor de ese calibre. Imaginarme cómo la princesa Sherezade contándole historia a su príncipe con tal de que la recordara. Quise vivir en ese libro. Quise amar a Max con la misma intensidad que se amaban ellos. Lo guardaría de por vida. Lo protegería con la mía. Lo amaría con la misma intensidad que amaba a Max.Sostuve el libro durante largas horas entre mis manos. Imaginando haber nacido en ese lugar mágico y siendo libre de escoger a quien amar. Yo quería ser como Sherezade. Y quería ser amada como ella.
Presente:Tomo el libro entre mis manos. Juro que todavía sigue oliendo a él. A Max.Todavía no he llorado por él. Me he estado haciendo la fuerte, de tal modo que incluso me lo creí.Evito pensar en la boda. En Dante. En el final de una historia de amor. No pensar en ello, para mí significa negar su existencia. Quiero creer que todo es una pesadilla, que mañana llevaré a Olivia al colegio y que volveré a mi casa.¿Creí que sería para siempre? Una parte de mí sabía perfectamente que no sería así. Pero otra parte quería dejarse llevar por él. Quería ser amada.Ahora me culpo por ello. Por haber dañado a una persona que lo ha dado todo por mí. Que ha arriesgado su trabajo por mí. Yo he enredado a Max. Lo había seducido. Y había conseguido enamorarlo.Mi corazón duele. Duele demasiado.Siento como mis músculos se tensan, como mi cuerpo entero se retuerce. Yo he perdido esta batalla y lo peor fue haberlo hecho llorar. Eso es
Tiempo atrás:Prometí no derramar una lágrima más por nadie. Pero sabía que no sería capaz de cumplir mi promesa.Yo era débil, aunque Max siempre quiso hacerme creer lo contrario. Él siempre quería convencerme de todo aquello en lo que yo no creía.Dejé salir todo el aire de mis pulmones como si de aquella forma fueran a salir todos mis males.Yo era triste. Infeliz. Durante muchos años intenté luchar contra aquello. Pero nunca lograba salir de mi pozo. Ni de la oscuridad.Estaba sola. Por una parte estaba agradecida y por otra necesitaba la compañía de Max. Yo siempre lo necesitaba. Eso me daba la sensación de que lo estaba consumiendo. Le transmitía mi dolor, pero nunca con palabras. Bastaba una sola mirada para que él entendiera que tanto era el daño que me habían hecho.Mi padre no volvió a visitarme. Mi madre lo hacía de vez en cuando. Para mí era lo mismo y me daba igual.M
Presente:Es sábado y es el día. No hay colegio, tampoco tengo que llevar a Olivia. Ojalá pudiera volver a ser viernes otra vez.Mi madre llena de furia había empacado mis cosas. Aunque ella suponía que Dante se encargaría de renovar mi armario. Yo también lo supongo.Estamos en plena primavera y el tiempo no podría ser mejor. Los árboles han florecido de todos los colores. La madre naturaleza me rodea por todas partes alejándome de ruidos de coches, bares donde se vende alcohol. Y no hay una multitud de personas andando con suma rapidez con la vista fija en sus teléfonos, intentando no llegar tarde al trabajo.Yo estoy aislada de todo ese estrés. Aunque no soy feliz por ello.Termina de maquillarme. Y yo evito llorar para no estropear el trabajo que la única estilista de mi comunidad, ha puesto tanto empeño. Sin embargo, ella puede notar mi tristeza.Nos conocemos de vista. Ella es la que se encargaba de dejar a las novias algo p
Puedo ver el rostro de Dante en cuanto él aparta el velo y deja mi rostro al descubierto. Trago en seco. Quiero girarme y averiguar si puedo correr hacia la salida. ¿Cuánto tiempo podría llevarme eso?Quisiera huir. Pero ni siquiera tengo valor para volver la vista atrás por temor a que todos claven de nuevo sus ojos en mí.Dante no aparta los ojos sobre mí ni un segundo. Sonríe con algo de picardía. Y entonces las palabras de mi madre pidiéndome que me ofrezca a él, retumban en mi mente.Mis ojos no dejan de mirar sus ojos verdes. Lo observo detenidamente y puedo darme cuenta de lo atractivo que es. Con el traje parece todavía más apetecible. Atrayente. Pero solo es eso, un hombre guapo y sexy por el cual yo no siento nada.Incluso se parece a los chicos de las revistas. Como Max.Su lengua humedece sus labios secos y esboza una sonrisa evidente.—Vista en el suelo —susurra.Una desagradable sensación recorre mi cuerpo, y puedo sentir como
—¡Cúbrete! —Me grita casi con desprecio.¿Cómo puede ser tan cruel? No solo conmigo, sino con Max. El cual ha arrancado su coche con furia y se ha marchado, dejando solo el polvo que se levanta alrededor del coche.Cubro mi rostro con el velo, pero es tarde. Todos han visto mi cara empapada en lágrimas. Todos han visto como Dante se aferra a mi brazo y me obliga a retroceder para permanecer a su lado. Ahogo mis sollozos y derrotada bajo la mirada hasta el suelo. No solo tengo ganas de llorar, ahora rugiría como un animal herido. Sí, justo de esa manera.—Tranquila, pronto le olvidarás.Se ha casado conmigo justo para esto. Para poder humillarme. Para terminar de destrozarme. Y lo va a conseguir. Pero mi barrera invisible vuelve a levantarse entre nosotros. Entre la gente que murmura, aislándome de todos los que pretenden hacerme daño. Me seco las lágrimas con rabia y tomo aire para tranquilizarme.—¿Estás bien? —No me siento capaz de levantar la v
NarradorPodía oler su miedo, no solo sentirlo por su respiración irregular, sino que temblaba como una gelatina, sumado a como se aferraba a ese trozo de tela, creyendo que así estaría protegida.Era éxtasis corriendo a través de su cuerpo y acumulándose en su bragueta.—Soy tu Amo —susurró.Se tensó. Sollozó de nuevo. Aunque sus lágrimas solo aumentaron la excitación de Dante. Él solo quería que sus palabras fueran asimiladas de inmediato por ella. Sin embargo esperaba una reacción bestial. Tal vez gritos de socorro. Llanto de rabia. Pero no hubo nada.La giró hacia él. Necesitaba verle la cara. Alimentar un poco más su ego. Y sentirse dueño de cada lágrima que resbalaba por sus mejillas. Ella se deshizo de sus manos y lo miró furiosa.Volvió hacia ella entrando en un juego demasiado divertido para él y su mente enfermiza. Su mirada se clavó en el vestido que todavía cubría su hermoso cuerpo. Necesitaba deshacerse de él, y
Decepción. Vergüenza. Humillación. Vergüenza de nuevo. Pero ya no se sentía tan asustada. ¿Qué podía darle tanto miedo? Él, o tal vez sus intenciones ocultas bajo una sonrisa y una voz aparentemente tranquilizadora. Dante ni siquiera había gritado. Pero si usado sus manos para aplastar sus pechos.Nunca se había imaginado estar en esa situación así.Tomó asiento en la cama, y ella siguió aferrando sus manos ocultando sus partes íntimas de la vista de él.—Eres hermosa al completo —la halagó.—Por eso no debes cubrirte en mi presencia.Sus ojos se llenaron de ira. ¿Cómo podía sonar tan tranquilo, cuándo ella estaba totalmente alterada?Había dos cosas que tenía claras: él no era un hombre singular. Él no sentía remordimientos por lo que le hacía.Se incorporó y el cuerpo de ella se puso rígido. Quiso atravesar la pared y esfumarse de su vista, pero carecía de ese poder.—¿Por qué insistes en no obedecer? —suspiró como si aquel hecho le pasa