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Me levanté con dificultad de la cama, tenía que ir a trabajar otra vez, pero sentía como si acabara de cerrar los ojos, sin importar que había dormido varias horas. El trabajo es muy pesado o bueno lo pesado era aguantarme a mi jefe, un viejo de 55 años que lo único que hacía era faltarle el respeto a los empleados, cargarlos de trabajo y observarlos como un loco desquiciado.

Me metí a la ducha y deje que el agua fría cayera por mí cuerpo, necesitaba despertarme lo más rápido posible, cuando ya vi que me sentía mejor cerré la llave y salí envuelta en una toalla. Mire mi escaparate de arriba para abajo, necesitaba algo que ponerme algo conservador para mí trabajo, no quería la mirada de mi jefe encima mío. Así que me decidí por unos jeans y una camisa blanca manga larga.

Me hice una coleta alta y me maquille un poquito. No es que quisiera arreglarme para salir, así que no me esfuerzo para nada, me miré tres veces en el espejo antes de salir a la sala.

Buenos días, querida—La voz de Tania llama mi atención.

Yo vivo en un apartamento compartido con mis dos mejores amigas, Tania y Jessica. Somos muy unidas y eso me gusta demasiado, son mis únicas amigas desde la primaria, las tres nos mudamos a Bogotá a estudiar, cada una en un tema diferente, todavía me recuerdo cuando fuimos a Europa el años pasado, fueron las mejores vacaciones que pudimos tener, fue un tour corto pero vimos unos monumentos hermosos, tenemos fotos afuera del Palacio de Buckingham, también en la torre Eiffel, sin olvidar en el monumento de Roma, la pasamos increíbles en esas vacaciones, pero ya llegaron a su fin y solo queda recordarlas con anhelo.

—Buenos días, Tania—Respondi.

Me acerqué a la mesa y cogí una tostada. Me senté a su lado y vi que estaba hablando con alguien por mensaje de texto.

—¿Con quién hablas?—Pregunte.

—Con Pacho—Respondio.

Pacho era un amigo que estudió con nosotras en la secundaria, desde entonces ellos se escriben muy seguido.

—Parece que llega mañana—Comento Jessica saliendo de la cocina.

Ella agarró el plato de tostadas y lo puso enfrente mío, mientras que a Tania le puso un vacío. Ni siguiera lo noto, solo siguió riendo mientras tecleaba en el celular.

—Bueno, yo me voy—Mencione agarrando tres tostadas.

—No olvides que hoy vamos al bar—Me advirtió Jessica.

Yo asentí y le di un pico en el cachete—Nos vemos esta noche.

Ella me pasó un vaso con jugo de naranja y yo me lo tomé rápidamente, para salir del departamento. Tenía que conseguirme el mío urgentemente, ya no aguantaba seguirlas molestando, pero esperaba en unos meses poder conseguirlo.

Me monte en un taxi y di la dirección de mi lugar de trabajo, mire mi cartera y note que me estaba quedando sin dinero, aunque esperaba que esos docisientos mil pesos me alcancen para cerrar mes, es decir, necesitaba que me durarán siete días más.

Cuando llegue a la empresa pague el taxi y entre rápidamente en ella, cuando mire la hora me asusté al ver que había llegado dos minutos tardes. Me apresure a montarme en el ascensor y presionar el botón del último piso. Comencé a dar vueltas por el ascensor una y otra vez, necesitaba que subiera rápido, pero conociendo al mugroso de mi jefe me imagino que hoy si llego temprano a la oficina y me debe estar esperando para gritarme o solo decir estupideces.

Cuando el ascensor se abrió salí rápidamente, pero me topé con la figura de mi amargado y anciano jefe con una hoja en la mano, me hizo señas para que entrara en su oficina y yo solo bajé la mirada y caminé en dirección hacia ella. Esperaba que no me dijera nada malo, ya casi se termina el mes y no me sirve que me descuente horas o hasta días enteros.

Cuando entré a su oficina, cerré la puerta y lo miré lo más seria que pude.

—Sabe que día es hoy—Pregunto mi jefe.

Obvio que sabía que dia era hoy, es el día que más espero de toda la semana. Hoy es viernes.

—Viernes, señor—Respondio.

—Sabe que es esto—Articulo mostrando los papeles que tenía en la mano.

—No, señor—Respondi.

—Pues esto, señorita Jones, es su carta de renuncia y más encima su liquidación—Mis ojos se abrieron cuando escucharon la palabra renuncia.

—Señor, dejeme explicarle, lo....

—NO QUIERO ESCUCHARLA—Me interrumpió de un grito.

Apreté mis puños con fuerza y agache la mirada.

—Firme y larguece—Comento poniendo el papel sobre la mesa.

Yo me acerque, tomé un lapicero y firme la renuncia. Me parecía muy injusto que me despida solo por llegar tarde o bueno eso fue lo que pude leer de la carta.

—Tome su liguidacion—Dijo estirandome el cheque.

Yo lo recibí y me di la vuelta, ahora tendría que buscar un trabajo nuevo y lo difícil que es conseguirlo en este pais, ahora me sumo a la fila de desempleados que hay.

Cuando salí de la empresa decidí tomar un taxi que me llevará a casa, no me importaría pasar todo el día encerrada en el departamento, pero tenía que buscar un trabajo a partir del lunes, aunque no me daría el lujo de pisar otra empresa, prefiero algo más pequeño y donde exista una jefa.

Cuando llegue a la casa pague el taxi y entre en el edificio, apenas abrí la puerta encontré el departamento solo, ya habían salido las chicas a sus trabajos y yo estaba volviendo del mío, pero en la tarde pensaba cambiar este cheque de cuatrocientos mil pesos, sabía que no me alcanzaría para sobrevivir el mes, si vivía con las chicas y muy rara vez quedaba con plata el fin de mes.

****************

Había pasado toda la mañana sola, aunque solo salí dos horas a cambiar el cheque y luego regrese, ya habían regresado las chicas y estábamos listas para disfrutar un viernes en la noche sin problema, habiamos reunido todo nuestro dinero de fin de mes y conseguimos un monto de setecientos mil y eso porque Jessica gana mucho más que Tania y yo.

Cuando llegamos al bar nos sentamos en una mesa a tomar un poco de mojito, mientras entrábamos en ambiente, la primera fue Jessica que se fue a bailar con un morenazo, luego siguió Tania, pero ella solo fue al baño, aunque sabía que se quedaría por ahí hablando con algún chi o lindo.

—Estas sola—La voz de un hombre llamó mi atención.

Fruncí el ceño levemente y lo miré de arriba para abajo, casi se me cae la mandíbula al ver su cuerpo tonificado y tenía una ropa que lo hacían ver tremendamente sexy.

—Si—Comente.

No estaba mintiendo, estaba sola en la mesa, aunque mis amigas estuvieran dando vueltas con algún chico lindo.

—Te molesta si mi hermano y yo te acompañamos a tomar—Menciono.

«Hermano», mi mente rápidamente trabajo en un pequeño diseño del posible hermano de este hombre.

—No—Respondi con una sonrisa.

En ese instante el se fue y al rato volvió con un hombre, pero cuando lo vi, la palabra papasito le quedaba muy corta, porque si que estaba muy bueno.

«Bendita la madre que los parió», jadee internamente.

Ambos hombres se sentaron el la mesa y pidieron un trago, mi mirada estaba fija en el otro hombre, mientras buscaba una palabra adecuada con cuál describir lo divino que era.

—Bueno, mi hombre es Joshua y el de mi hermano Benjamin—Menciono el hombre.

En ese instante caí en cuenta el asentó que tenía el hombre al hablar, parecía británico, bueno no parecía, era británico.

—Mucho gustó, me llamo Tarah—Comente.

Sabía que los nombres de ambos hombres podía ser falso, pero ellos no sabían si ese era mi verdadero nombre o no.

—¿Son británicos?—Pregunte.

Llegué el pitillo de mi vaso a mis labios mientras miraba al hermanito mega papasito de Joshua.

—¿Cómo lo sabes?

«Madre santa», sentí como mis mejillas se sonrojaron cuando escuché la voz del bizcocho subreal llamado Benjamín.

—Fui...—Me aclare la garganta cuando note que mi voz salía en un mini susurro—, Fui con unas amigas de vacaciones y tengo una carrera en lenguas extranjeras.

Comenté lo mejor posible, aunque sabía que algo de mi no saldría ileso de aquí y esas serían mis bragas, porque en este momento las sentía un poco mojadas y yo no las traía así. 

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