4.Un Plan de Venganza

Diez días después

Observo una vez más la gran caja color blanca con un lazo del mismo color que hay sobre la cama de esta habitación del lujoso hotel donde me estoy quedando por a pedido de quien en pocas horas será mi esposo. Abro la caja y me encuentro con un lujoso y exquisito vestido de novia que deberé usar en tan solo una hora. Aún me cuesta asimilar que he accedido a esto, pero todo lo que Lucas me ha dicho es cierto. Me he dado a la tarea de indagar en las finanzas de la naviera e incluso en las finanzas personales de mi padre; está al borde de la quiebra y no puedo permitir que eso suceda. Mucho menos puedo permitirlo sabiendo que es mi culpa.

Tomo el vestido entre mis manos y al quitarlo de la caja me quedo sin habla, es un modelo igual al que había elegido para casarme con Ramiro. ¿Cómo Lucas sabe de esto? Me pregunto una y otra vez y quito la pequeña tarjeta que hay dentro.

"Ya que no lo has usado con él, creí que lo querrías usar conmigo. Te espero. Lucas"

Es un imbécil... No sé qué pretende con todo esto, pero me tiene en sus manos. Estoy a punto de quitarme la bata de seda color blanca que llevo puesta para comenzar a colocarme el vestido, cuando mi celular suena.

Miro la pantalla y es mi padre. No puedo responderle ahora. Si lo hago, se dará cuenta que algo no está bien. Decido escribirle un mensaje rápidamente para que se quede tranquilo.

**Padre, no puedo atenderte ahora, estoy con las chicas. **

Necesito que siga creyendo que estoy con mis mejores amigas en el club.

A los pocos minutos recibo su respuesta.

**De acuerdo, cuando puedas me llamas. No es nada urgente. **

**Esta bien. ** Es lo único que puedo responderle.

Dejo el celular a un lado y quito mi bata para comenzar a vestirme. Miro el sencillo vestido color blanco que he traído, y por momentos se me ocurre utilizar ese vestido en vez de este, pero ¿si se enfada y decide no ayudar a mi padre? No puedo arriesgarme ahora.

Abrocho lentamente uno a uno los botones del vestido mientras me miro al espejo y pienso en todo lo ocurrido en estos días. No he dejado de repasar en las vueltas que Lucas le ha dado a mi padre para invertir diciéndole que debía esperar una autorización desde Italia. Medito en lo mucho que me ha advertido el no decirle nada a mi padre, y reflexiono en el contrato que he firmado con él, dónde me comprometo a casarme y permanecer unida a su persona por un año a cambio de la inversión de 500 millones de dólares en la empresa de mi padre. Ese es el acuerdo que se traían entre manos ellos dos. Ni siquiera he de mencionar el contrato prenupcial que me ha hecho firmar donde sus bienes quedan protegidos. Este hombre es todo menos un idiota, cada uno de sus pasos esta fríamente calculado.

Terminó de abrochar los botones y me miro al espejo una vez más. No entiendo que gana Lucas casándose conmigo. ¿Acaso valgo los 500 millones de dólares? No creo que sea un asunto precisamente de dinero. Para él y su familia eso no es nada. Debe haber algo más detrás de todo esto, pero en estos días no he podido averiguarlo.

Me arreglo los últimos detalles de mi peinado, retoco mi maquillaje, y me coloco los zapatos. Quisiera salir huyendo de aquí, pero no puedo... No dejare que todo el esfuerzo de mi padre y mis abuelos se eche a perder por mi culpa. Respiro profundo y tomo valor para salir de esta habitación e ir hacia el salón que él me ha indicado horas antes cuando llegamos aquí.

Camino los pasillos del hotel bajo la atenta mirada de los huéspedes y sus halagos hacia mi persona. Intento ser amable, sonreírles, y decirles gracias, pero me cuesta mucho, me casare con alguien que no amo solo por negocios. Tengo los peores conceptos de Lucas Sandonini; es un hombre presuntuoso, egocéntrico, frio, calculador, y que se ha comprado una esposa porque no hay mujer que pueda enamorarse de él por muy guapo que sea.

Abro la puerta del salón y allí me lo encuentro con su esmoquin color negro de tela elegante e importada. Su cabello negro está perfectamente peinado, su barba esta prolija, y sus ojos azules se cruzan con los míos. Me mira de pies a cabeza y se sonríe triunfal al verme caminar hacia él.

« Tengo tantas ganas de quitarle esa maldita sonrisa » Pienso mientras me acerco cada vez más a él.

Me detengo a su lado y miró a la juez quien se sorprende de mi actitud.

—Habías escogido muy bien tu vestido de novia. —dice y siento sus ojos recorriendo mi cuerpo de pies a cabeza.

—¿Cómo lo has sabido? — le pregunto esta vez mirándolo.

Me da una media sonrisa y se encoje de hombros —Sé lo que quiero saber. —es lo único que responde y sí que es insoportable.

Odio su actitud. Odio estar aquí de pie a su lado. La juez da inicio a la ceremonia de la boda civil y para mi es solo sellar la otra parte del contrato que ya he firmado anteriormente. Con mi mano temblando firmo los documentos y en lo único que puedo pensar es en que este año pase rápidamente para volver a ser una mujer libre.

—Puede besar a la novia. —dice ella una vez que ambos firmamos el acta.

El me mira fijamente y arquea sus cejas. Estamos parados de lado mirándonos de frente y sus brazos se amarran a mi cintura. Quiero zafarme, pero me sujeta con fuerza.

—Ni se te ocurra besarme. — le advierto bajito para que la juez no nos escuche.

—Eres mi esposa, te besare cuando yo guste. — sentencia y es en ese instante donde sus labios besan los míos a la fuerza.

Sigo su juego tan solo unos segundos sintiendo rechazo y luego me aparto de el drásticamente. Lo miro con odio y emprendo camino hacia la salida del salón mientras que escuchó sus pasos seguirme.

Recorro el pasillo del hotel lo más rápido que puedo, pero me alcanza y me sujeta del brazo. —Eres mi esposa ya. Ahora te toca hacer lo que yo te diga. — me indica fuertemente y a cada segundo que pasa mi odio hacia el crece.

—Ya me casé contigo. ¡Ahora solo me queda sopórtate un año! No hare nada que yo no quiera hacer. —manifiesto y el niega.

—Te equivocas. Tu harás lo que yo diga, y lo primero es ir a nuestra recepción. —dice de manera firme y niego.

¿Recepción? ¿De qué rayos habla?

—No quiero. —expongo evitando preguntar nada.

—No te pregunte si quieres. Vendrás porque hay invitados esperándonos. —dice y me jala del brazo obligándome a ir con el hacia otro salón del hotel.

En medio de quejas llegamos hasta la puerta y al entrar no puedo creer lo que veo. Hay muchas mesas con invitados y una decoración de lujo. Todo es digno de una película, pero al encontrarme con la confundida mirada de mi padre viéndome vestida de novia, la película se transforma en una pesadilla.

—¿Qué has hecho? —pregunto con un hilo de voz.

—He hecho lo mismo que tu padre le ha hecho al mío. Le he quitado lo que más quería en el mundo. — me dice mirándome de manera amenazante y no entiendo absolutamente nada.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —pregunto mientras los aplausos de los invitados resuenan en el salón.

—Tu padre enamoró y enloqueció a mi hermana para luego dejarla como si nada cuando ella le dijo que estaba embarazada. Mi hermana murió junto a su bebe en un accidente de tránsito mientras le reclamaba a tu padre su abandono, dejando a mi familia destruida. Ahora me toca a mí. Ramiro solo hizo una pequeña parte de lo que yo necesite que hiciera. Si le dices algo a tu padre olvídate del dinero, actúa normal y sígueme la corriente. —me dice mientras caminamos hacia mi padre y no puedo creer lo que me ha dicho.

¿Mi padre tuvo algo con su hermana? ¿Iban a tener un hijo? ¿En qué momento ha sido todo esto? Tengo ganas de salir huyendo... Tengo miedo... La mirada de Lucas me da miedo... No lo puedo creer... Ramiro también ha sido parte de su plan de venganza...Me siento atrapada en una pesadilla de la cual no puedo despertar.

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