Capítulo 2

Al llegar al campus lo miro todo emocionada, esa estructura es realmente impresionante, ver a las personas caminar como si fueran las 12 del día me hace saber que no soy la única que se ha venido antes de tiempo, hay chicos con maletas por donde mire, pero al contrario de mi vienen acompañados de sus padres.

—Bien Melanie has lo tuyo— llenándome los pulmones de aire inicio a caminar ante la atenta mirada de todos, mi solo cabello rosa llama la atención, y la vestimenta ni mencionarla, soy un asco. Con la mirada de todos puestas en mi entro al lugar en busca de la oficina, todo es enorme y perfecto, es una locura que puedan estar tan activos a esta hola —buenas noches— llamo la atención de la mujer que esta como loca de un lado para el otro.

—Cielos…— susurra la mujer mirándome —¿Pero qué te ha pasado linda?— muerdo mi labio.

—El Reino Unido me ha dado la bienvenida— busco la carta en mi mochila —soy Melanie Fuentes, y estoy aquí por primera vez… me dijeron que tenía que venir aquí para buscar mis horarios y me mostraran la habitación— ella toma la carta arrugada en manos y se rasca la cabeza.

—Se supone que su padre había dicho que la traería él mismo— me echo a reír.

—Pues no fue así, ¿Me daría las cosas para poder cambiarme de ropa? Muero de frio— la mujer se para frente a su computador y teclea.

—Nosotros llegamos primero— escucho un irritante gruñido, al mirar tras de mí una rubia con cara de tonta se mueve con desesperación y premura.

—Ya sabes lo que dicen rubia, los últimos serán los primeros— le guiño.

—Dios… que gente viene aquí— susurra su madre que es igual de estirada que ella.

—Personas que comen y cagan igual que usted señora— estas me miran escandalizadas como el resto de las personas, entre ellos hay un par que me miran divertidos, pero ni al caso, solo quiero cambiarme.

—Bien Melanie…— me mira la secretaria —todo indica que tienes todo pago, pero… tu padre me ha dicho que él mismo te traería, aquí está todo apuntando— dejo caer los hombros y suelto un suspiro echando la cabeza hacia atrás.

—Papá me dio el permiso, ¿Cree que podría llegar aquí sola? Soy un niña de 18 años, española que jamás había salido del país ¿Me cree capaz de aventurarme solita?— le miro con cara de inocencia, manipular se me da muy bien.

—Está bien, solo por la hora no molesto a su padre, todos deberían saber que hay una estricta regla en esta universidad— me sonríe finalmente —solo mira como estas jovencita, haré una excepción— me pasa las llaves —los horarios lo estaremos dando en la charla de bienvenida, como sabes las clases inician en 3 días— tomando la llave y sonriéndole de manera tierna le guiño.

—Eres un sol Carmela— leo en un documento de la mujer —te lo agradezco mucho y verás que papá no volverá a romper las reglas— la mujer sonríe y me explica hacia donde quedan los dormitorio de las chicas —con permiso chulitas— me despido de las dos engreídas, estas me miran con desagrado. Saliendo del lugar miro para todos lados, estoy perdida.

—¿Primera vez?— escucho tras de mi —eso que has hecho sí que fue una entrada— sonríe —vi que éramos compañeras de habitación y decidí seguirte— me muestra la llave con el numero —soy Scarlett— se presenta la tía.

—Pues ya ves como estoy empanao— frunce el cejo —despistado— le explico sonriendo —soy Melanie, pero puedes llamarme Mel— suspiro —¿Nos vamos a la habitación? Estoy muerta del cansancio— ella asiente y me guía —vaya, no es tu primera vez— niega con la cabeza mientras desempaca.

—No, digamos que llevo un año aquí y como todos los que has visto allá afuera he venido para la fiesta de iniciación que hacen los chicos de la fraternidad— me cruzo de brazos y le miro de frente, ella no pareciera que fuera de esas chicas problemáticas como yo. Le miro completamente, es de piel morena, de rostro angelical, su vestimenta es mucho más femenina que la mía, pero igualmente no es sexy —no me mires así, ya sé que parezco un angelito al contrario que tú— ríe al decir esto —solo mírate, ropa negra y holgada, cabello rosa y piercing en la nariz y por cómo le has hablado a las Myers se nota que eres un caso de esos que tus padres deben estar cansados por tu rebeldía— carcajeo.

—Bien… si puedo ser un problema, pero eso no significa que mis padres tengan estrés por mí, de hecho son los putos amos de la diversión— me encojo de hombros y me volteo para terminar de desempacar.

—Bien si tú lo dices no tengo objeción con eso, pero lo que me sorprende es el por que venir hasta Inglaterra para estudiar, en España hay muy buenas opciones— me cambio de ropa y me hecho en la cama.

—Es una buena universidad, y realmente quería hacer esto, y bueno… gastar el dinero de mi progenitor no está nada mal, que haga eso por lo menos, aunque tendré que ver su estúpida cara un par de veces— ella igual se tira en la cama.

—Eres alguien bastante interesante Melanie, y solo llevamos 2 horas de conocerte, ya quiero ver que hay bajo esa facha de niña mala y extraña— sonrío y no respondo nada, no vale la pena.

Mi llegada a Londres no ha sido la mejor, un idiota casi me deja sin ropa interior y otro después de empaparme y ser insultado un poco más y se mete al taxi conmigo, sin duda se dicen muchas cosas de los ingleses, pero jamás la parte en la que están como una cabra. 

—Joder…— susurro al escuchar el móvil sonar sin parar, estirando la mano lo alcanzo, al ver quien es maldigo —el número que ha marcado se encuentra fuera de servicio, por favor métase en su vida y no llame más…

—Hija— responde mi padre, sin importarme que está hablando cuelgo la llamada y apago el móvil.

—Diablos chica, que agallas la tuya— sonríe —¿No crees que puede ser algo importante?— frotándome los ojos niego.

—Martin nunca tiene nada importante que decir, me ha despertado… se supone que debía despertar a esta hora en 2 días, no hoy— resoplo.

—Míralo por el lado bueno, te voy a mostrar el lugar que frecuentamos los de la Uni, y así te podrás ir familiarizando, además hoy es la fiesta de iniciación, debemos ir— enarco una ceja y le miro.

—Dudo que inviten a los nuevos, y si lo invitan es solo para molestarlos, y yo no soy pasatiempo de nadie, así que paso, si quieres puedo aceptar el recorrido y ya está— abre la boca con sorpresa.

—No me lo creo, la chica que es un desastre, o eso es lo que deja ver no quiere ir a una fiesta a la cual su compañera de cuarto un nivel más arriba que ella la invitó— niega mientras se levanta —eso sí que no lo esperé de ti— ríe —anda vamos a la ducha para ir a desayunar algo— levantándome voy por mis cosas de aseo personal y mi toalla, arrastrando los pies le sigo a la ducha, lo primero que veo son pechos y coños por donde mire —joder, ¿No pueden taparse?— trato de no mirarlas, estas ríen.

—Sweetie, esto es el paraíso, tú disfruta de todo lo que aquí hay— me sonríe una pelirroja con más tatuajes que mi cuaderno de arte.

—Si Vanessa, para ti es el paraíso— se mofa Scarlett mirándome —es lesbiana— alzo la ceja mirando a la pelirroja.

—Si un hombre no te satisface aquí estoy yo nena— me sonríe, me niego a seguirle la corriente, me meto en una ducha individual para asearme en privado.

—¿Cómo que no vas a ir a la fiesta que dan los chico?— una rubia abre las cortinas dejándome desnuda ante todas —mierda, que bonito cuerpo tienes— me sonríe —soy Ashley— me tiende la mano y yo que me cubro con ellas le miro atónita.

—Joder tía, no me jodas, me has dejado en pelota ante todas, soy Melanie y tu posible enemiga por lo que acabas de hacer— ella sonríe divertida.

—Estamos entre mujeres, además tienes bonito cuerpo— eso me incomoda, si me hubieran conocido cuando era la gorda no hubiera dicho eso —pero enserio, debes venir con nosotras a la fiesta, debes aprovechar, no todos los de primer año tienen amigos de un nivel más alto, anímate— ruedo los ojos.

—Vale… iré, pero no se vayan a arrepentir después, ahora deja la cortina en paz— me guiña y la cierra, sigo con mi baño, pero me veo nuevamente interrumpida por Ashley.

—Que dice en el tatuaje que tienes en las costillas— gruño un poco molesta, me han visto todo.

—“Dos vidas un destino”, ahora venga déjame en paz o conocerás el lado que a nadie le gusta— alza las manos.

—Tranquila fiera, no lleguemos a tanto— se da media vuelta —Scarlett sí que la has hecho tuya con esta chica, creo que nos llevaremos muy bien— terminada la ducha y después de un roce con la rubia irritante de la noche anterior damos un recorrido por la ciudad, como era de esperarse era un sueño.

Las llamadas de Martin no me dejaban en paz y por ello cambié el numero por uno de Londres, al llegar al campus para prepararnos e ir a la fiesta decido llamar a mi madre, ha de estar preocupada porque aún no la llamo.

—¿Cuándo me pensabas llamar?— ataca al responder —¿Sabes lo preocupada que estaba por no recibir una llamada tuya al llegar?— sonrío mirando su cara de enojo.

—Venga mamá tranquilízate que aquí no pasa nada…

—No me salgas con eso— me regaña —no quieras venirme a mí con esas cosas de que todo está bien y no me preocupe. Tu padre llamó asustado… te fue a buscar al aeropuerto— gruño.

—Es un inútil y eso tú lo sabes, mamá estoy bien ¿De acuerdo? Ahora debo irme, te llamaré después, te amo Esther de mis amores— mamá sonríe.

—Estás loca hija, por favor contrólate un poco ¿De acuerdo?— me lanza un beso y después me pasa a Juan, tras hablar con el llamo a mis amigos y finalmente a mi novio quien me formó un follón.

—Por el amor de Dios, ¿Quién te hizo tanto daño para que vistas de esa manera?— pregunta Ashley escandalizada.

—A mi igualmente me gusta— se encoje de hombros Vanesa.

—Ashley, no se le puede hacer nada, así viste ella— le aclara Scarlett, miro mi vestimenta al espejo, visto una camiseta manga larga en negra ancha, un vaquero igual ancho, mis botas militares en negras y mi cabello rosa en una coleta despeinada.

—Estoy cómoda así ¿Es una fiesta de moda?— ellas niegan —pues bien... vámonos de marcha que me quiero divertir— sin prestarle atención salgo de la habitación seguida por ellas. Una vez en el auto de Ashley nos dirigimos a la casa donde los chicos tiene su fraternidad, no es muy lejos del campus. Al entrar todos me miran como si fuera un bicho raro —si… si… la rara llego… métanse en sus asuntos y no me estén mirando como si fuera su diosa— les miro con el cejo fruncido a todos.

—¿De dónde la has sacado?— un tío abraza a Scarlett.

—Te aseguro que no fue de la vagina de mi madre, estoy aquí, deberías preguntarme directamente a mi de donde salí— le miro de frente, por su buen físico y cuerpo atlético supongo que es uno de los chulitos de la fraternidad.

—Española brava— grita —que lo diga… que lo diga…— todos inician a corear y yo me pierdo, no sé lo que les pasa.

—Tanta gilipolles— gruño al no saber que quieren que diga, las risas no se hacen esperar.

—Era el oleee, pero el gilipollas también funciona— me guiña —soy Daryl, uno de los más perfectos— me tiende la mano.

—Soy Melanie, la puta ama— le sonrío angelical y él se parte de la risa.

—Esta chica sí que nos va a caer bien— inicia a llamar a sus amigos.

—Y eso que es de primer año— le comenta Vanesa.

—Oro en polvo— susurra el tío, cuando llegan dos chicos igual de guapos y musculoso que él me miran sonriendo —estos son Lion y él es Cristoph, el otro no sé dónde se metió, ¿Dónde está el diablo?— abro un poco más los ojos por aquel apelativo. Finalmente el tío no se apareció y como yo no tardo en encajar inicia la juerga los juegos y la diversión, afortunadamente no soy la inexperta del grupo.

—Venga que no te va a pasar nada— animo al bufón del grupo, los tragos ya me han superado —no te va a pasar nada— le calmo, sé que es una mala idea, pero será divertido.

—Me voy a lastimar, esto saldrá mal— dice riendo, sin esperar a nada más lo empujo, el chaval que iba en un colchón inflable bajando por las escaleras pierde el equilibrio y a mitad cae por los escalones, todo el lugar quedo en silencio, me llevo las manos a la boca —¡Estoy bien!— se levanta gritando y todos le siguen, yo la primera. A la hora de los tontos juegos de fraternidad estamos todos en un círculo sentados en el piso.

—Me parecen estúpidos y pocos originales esos juegos— todos me miran —¿Qué? Por favor… ¿El culo manda y el culo obedece con la botella?— ahora se miran entre ellos.

—¿Qué sugieres tú whirlwing?— sonrío por aquel apelativo, tiene mucha razón, soy el alma de fiesta.

—Que las cosas sean más emocionantes, que cada uno la tome con quien quiera, que iniciemos en un punto del circulo y desde ahí cada quien pone el reto o verdad a quien más le guste, pero no más de tres personas para la misma— les sonrío —no soy tonta, soy la nueva y todos pueden hacer un complot en mi contra— los he pillado.

—Inicio yo— sale una voz desde una habitación oscura, todos miramos en esa dirección —reto a la chica del cabello rosa a venir 3 minutos conmigo— trato de visualizarlo pero está muy oscuro.

—Se supone que debas preguntarme que quiero— le explico.

—Sé que jamás negarías un reto, te he visto toda la noche y has dejado saber mucho de ti— que me diga eso me inquieta, si es cierto que han conocido la loca que soy, pero a que sepa eso es muy extraño —¿Entonces? ¿Tenemos a una cobarde más?— furiosa por aquel gilipollas que hasta ahora aparece y no tengo idea de quién es gruño.

—¿Diablo? Donde coño te habías metido tío— miro a Lion, ese es el mencionado diablo.

—Pues bien, veamos qué coño quieres tú conmigo— me levanto ante los aplausos y los gritos, voy hacia la habitación que está tras las escaleras, es de ahí de donde viene la voz, al entrar todo está apagado, acaricio la pared para encender la luz, pero aquel desconocido me detiene sujetando mis manos. Su olor tan varonil me pierde, su perfume es fresco y aunque se nota que fume este olor no es desagradable, es más combinado con su perfume y la menta es embriagador. Me suelto de su agarre y me aparto de él —tienes dos minutos, así que aprovéchalo— una discreta risa llena el silencio, la piel se me pone de gallina.

—Eres un verdadero caos Melanie— me cruzo de brazos, este gilipollas ha estado toda la distancia aquí y no lo había notado, ahora sé porque me sentía observada —no deberías embriagarte de esa manera ¿Sabes? Tus padres se enojarían— bufo.

—No me quieras decir que hacer, si me has metido aquí para sermonearme… pues diablo no soy de tu infierno, así que adiós— cuando doy media vuelta para salir me siento retroceder, su cuerpo firme se pega al mío. Su aliento en mi cuello me obliga a cerrar los ojos.

—Me gustaría que fueras una de mis demonios— al sentir su mano en mi vientre es como si me adormeciera ante su contacto, es lento, sutil y posesivo a la vez. Espabilando al darme cuenta de que ese idiota se quiere aprovechar de mi estado me giro y le doy un puñetazo directo a la boca del estómago.

—Eres un maldito enfermo— salgo de esa habitación y sin detenerme salgo del lugar, es mejor que vuelva al campus, estoy ebria y si me quedo un idiota se puede aprovechar de mi estado. Escucho su voz tras de mi pidiéndome que me detenga, pero al contrario corro lo más rápido pueda sin caer. 

Al llegar a la universidad estoy algo perdida, indecisa me dirijo a los dormitorios de la izquierda, al ver el número que me correspondo tomo el pomo para meter la llave pero esta se abre sola, si desvestirme voy directo a la cama, no debí pasarme en tragos. Al caer en plancha siento un cuerpo duro y caliente bajo el mío, y poco después un gruñido extremadamente ronco y sexy, siento como me abraza con algo de fuerza y se levantan sin bajarme.

—¿Qué hace aquí?— reconozco aquella voz, cuando me deja en el suelo sin responder recorro su musculoso cuerpo, cada musculo está definido y bien marcado bajo la luz tenue que entra por la ventana, las venas que sobresaltan son lo más lujuriosos que he visto en mi vida. Su bronceado me asombra, para ser ingles está muy moreno, aquella erección que se alza bajo el pantalón largo de su pijama es enorme. Su respiración lo tensa cada vez que aspira —¿Señorita?— su voz de recién levantado me estremece no puedo despegar la vista de aquel cuerpo, cuando da un paso a mi levanto la mirada lentamente hasta encontrarme con un rostro hermoso y cubierto por una varaba.

—Es el gilipollas— susurro al mirarle detalladamente, su sonrisa como aquella vez se ladea de esa manera sensual, sin entender nada salgo rápidamente de ahí, el corazón me va tan rápido que estoy propensa a que me dé una taquicardia. Al llegar a los dormitorios de las chicas y con ello a mi habitación me echo en plancha —¡Londres es una locura¡— hundo la cara en la almohada para dormir. 

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