4

Universidad

Año 2000

Morgan llegó a la universidad sintiéndose bastante asustada. Nunca había recibido lecciones en público, era su primera vez expuesta a gente de su edad, en un ambiente libre. Las clases resultaron tediosas pero como había recibido clases previas antes de entrar a la universidad, no se sentía fuera de lugar.

Aquello que decían de que los universitarios no se andaban con mierdas de Bullyng era falso. Quizás no era de forma tan abierta o violenta, pero todos la miraban mal. Sabían debido a su padre quien era ella, pues se encargó de que cada profesor notificara a los grupos en los que estaba que la hija del empresario más conocido en la ciudad asistía a sus clases y que exigía que nadie se metiera con ella, pues la futura heredera del imperio de empresas no tenía tiempo que perder.

Así que si entraba a la cafetería, la gente se levantaba de las mesas. Los profesores le asignaban trabajos en solitario y nunca era llamada a exponer. También le notificaban dos días antes que a los demás sobre proyectos y no le asignaban fecha de entrega. Lo que iba a suponer una época de libertad y emoción, era una cárcel más grande y así se lo dijo a Mark cuando charlaron.

No lo puedo creer.

—Tengo la habitación más grande y estoy sola. Nadie me habla. Solo quiero irme y ser libre.

—No cometas una estupidez.

—No hablaba de suicidarme Mark, sino de fugarme.

—Te ayudaré.

— ¿Y perjudicar tu expediente? Cuando me largue de aquí papá moverá cielo y tierra.

—Morgan, no hagas una estupidez.

—Voy a salir a caminar, resulta que la pista de atletismo está abierta en las noches y todos andan de fiesta. Nadie estará ahí para mirarme mal.

—Deberías ir a alguna fiesta.

—Traté, pero estoy vetada, ningún alumno arriesgará su cupo por dejarme entrar.

—Demonios, el tío la ha hecho buena. No me gusta no estar ahí, mantente en línea y conversemos.

—Bien, le pondré el manos libres al celular.

Mientras avanzaba a las pistas, se mantuvo en silencio para no llamar la atención.

—Listo. Ya he llegado.

— ¿Es seguro? Ya es tarde.

—Ni un ladrón vendrá tras de mí. Le temen a papá.

—Bueno eso sí, Morgan yo…

Morgan notó que un auto entraba al campus y varios sujetos corrían hacia ella.

—Algo malo pasa, Mark unos tipos metieron un carro…vienen hacia mí.

—Corré Morg, regresa al campus.

Mark escuchaba la respiración agitada de Morgan, estaba muerto de preocupación. Escuchó gritos, forcejeos y luego la línea quedó muerta.

Joe llegó junto a Mark a la universidad tres horas después. Los papas de Morgan estaban ahí también. El director estaba apenado.

—El campus es seguro.

—No puede decirme que es seguro, mi hija estaba sola sin nadie cerca.

Mark hizo señas a su padre. Le explicó sobre las órdenes de Christos y Joe furioso se llevó a su amigo. Mark miraba a su padre agitar las manos con furia  y a su tío en silencio.

—Es tú culpa, estás arruinando la vida de Morgan.

—No lo pensé…

—La trataste como a la mierda toda su vida y cuando al fin podía ser libre la encarcelaste. Empieza a pesar en quienes están cabreados contigo, porque son quienes la tienen.

Unas horas después entró la llamada de los secuestradores. Christos había sido instruido en qué decir, en aceptar sus demandas para asegurar la vida de Morgan.

—Cinco millones de dólares para las dos de la tarde.

—No les daré un cinco.

Joe miraba con furia a su amigo.

—La vida de su hija está en juego.

—Morgan es quién está detrás de esto para hacerme pagar. Díganle que ya probó su punto, soy una mierda de padre.

Christos colgó la llamada y Joe estalló.

— ¿Qué putas has hecho?

—Es ella.

—Morgan…Dios acabas de provocar que la asesinen. Las cámaras de seguridad de la universidad la mostraron siendo metida por la fuerza, ella no es la responsable de esto.

—Estará bien.

Durante dos semanas la mantuvieron retenida. Para la tercera semana hicieron llegar un video donde la golpeaban y maltrataban, fueron imágenes crudas que causaron que Christos se pusiera a llorar. Después de que enviaron el dinero lograron detener a los responsables, sin embargo no antes de que sacaran el dinero del país.

Horas después recuperaron a Morgan de un viejo almacén. La llevaron al médico donde le dieron algunos puntos de sutura. Christos fue al hospital, no la abrazo sino que se veía furioso. Mark y Joe que estaban por entrar a la habitación observaron todo.

Morgan estaba en la cama cuando entró su padre.

—Ponte de pie maldita sea.

Morgan se puso de pie a duras penas.  Luego levantó el rostro y recibió una cachetada de su padre.

—Me costaste 5 millones, tu estúpido jueguito de salir a caminar me ha costado dinero Morgan. Deberías prepararte para trabajar por el salario mínimo mientras pasas las siguientes tres vidas regresándome el dinero pero eso será imposible. Te he cambiado de universidad, te matriculé con un apellido distinto. No dirás tu verdadero apellido, no dirás sobre tus lazos conmigo. Tendrás 2000 dólares mensuales como único dinero, tus cosas ya están ahí y el chofer te llevará. La carrera que escojas estará pagada y cuando te gradúes, podrás volver a casa pero de momento, has dejado de ser mi hija.

— ¿Nunca me quisiste?

—Te mantuve en casa.

—Eso no es amar.

—En la naturaleza, las madres matan al cachorro débil. Da gracias a Dios que te dejamos con nosotros. No nos busques más, nos veremos cuando acabes tu carrera.

Christos se asustó al ver a Joe y Mark fuera de la habitación pero no dijo nada. Ambos entraron a verla, pero la encontraron vistiéndose.

—Cariño…

—Descuida Mark, no esperaba menos. Me marcho a la universidad, he visto que no está lejos y mis cosas ya están allá.

—Deja que te llevemos.

—Gracias a ambos.

Morgan lloró todo el camino a su nuevo hogar sin decir nada. Se bajó del auto al llegar y se alejó.

                                                          Seis meses después

Morgan miraba con intriga al grupo de atletas de la universidad. Si podía ser honesta la vida allí no era tan mala, incluso sin la presión de asistir a cenas y reuniones en el club de sus padres se consideraba libre por primera vez.

Los meses después de aquel secuestro empezaron a quedar atrás, uno de los deportistas se interesó en ella y casi inmediatamente comenzaron a salir, a sus padres no se los presentó. Steve se enteró de toda la historia y se mostró siempre molesto, le pidió incluso que se casaran y Morgan, deseosa de tener amor se casó con Steve Krumer a escondidas, seis meses después de conocerlo.

Rentaron una casa usando la asignación de Morgan, y vivían tranquilos. Para Joe y Mark fue una noticia agridulce, ambos pensaban que si escondía algo así era por alguna razón poderosa pero guardaron silencio e investigaron. Cuando nada malo apareció en el expediente del tipo, se quedaron algo tranquilos y lo atribuyeron a una vida demasiado llena de presiones.

El primer año de matrimonio fue duro, almorzaron con Mark y Joe, ambos veían el cambio en ella, lucia apagada y sin la chispa que la caracterizaba pero ella les dijo que estaba cansada pues la carrera era difícil, detestaba administración de negocios.

Eso conjugado con los entrenamientos de Steve para ser tomado en cuenta para football profesional les tenía la vida hecha un caos. Cuando llegó el turno de que conociese a su suegra, Morgan estaba tensa.

Resultó ser demasiado callada, nunca le llevaba la contraria a su hijo e incluso le miraba con temor.

El 2 de diciembre se celebró una cena en casa de Morgan y Steve por el cumpleaños de Christos. Era la primera vez que veía a sus padres y parecían satisfechos de que se hubiese casado. No se tocó el tema que los llevó a separarse y fue mejor así. Mark en aquella ocasión llevó a una de sus novias de turno, su trabajo no le permitía relaciones duraderas así que no se complicaba. Por algunos segundos se sintió inquieto por su amiga pero desechó rápidamente sus pensamientos.

Su nivel de trabajo era intenso, viajaban de una ciudad a otra resolviendo casos que ameritaban su presencia. Muchos eran resueltos por la policía local pero cuando necesitaban  a la unidad de Análisis del Comportamiento, entonces debían desplazarse.

La cena transcurrió en aparente calma pero Morgan actuaba distinta, él la conocía demasiado bien. Era como si estuviese consumiéndose y nadie parecía notarlo. Al día siguiente tomó una decisión.

Como llevaba muchos meses fuera se quedaría el fin de semana.

Tras hacer algunas compras en la ferretería se  encaminó a casa. De pronto la vio, Morgan caminaba con algunas bolsas hacia su auto y como lo más normal del mundo sonó el pito del auto para que le viese y gritó su nombre para lograr llamar su atención, pero ella dejó caer todo y salió corriendo. Aquello no le gustó por lo que estacionó su vehículo para seguirla, ella corría entre la gente y se deslizó por un estrecho callejón. Tras lograr esquivar a quienes estaban en la acera le alcanzó.  El sol casi estaba oculto y por eso para ella, Mark no era más que una sombra amenazadora.

Parecía querer escaparse pero estaba atrapada con él.

— ¿Morg?

En aquel momento ella se quedó quieta y pregunto:

— ¿Mark?

— ¿Por qué huiste así?

—Creí que eras un ladrón.

— ¿Que suena el pito y sabe tu nombre?

—Es ese momento no pareció tan ilógico.

Sin darle chance acortó la distancia entre ambos y la estrechó entre sus brazos pero Morgan gimió como si le doliera.

— ¿Qué te pasó?

—Un pequeño accidente, estaba cargada de bolsas y resbalé en la entrada de la casa.

— ¿Y Steve? Siempre estás sola.

—Está ocupado entrenando

—Llevan mucho tiempo de casados y siempre estás sola.

— ¿Cómo lo sabes?

—Mis tíos, les preocupa que estés sola.

—No deberías prestar atención a lo que dicen, no puedes confiar en lo que te dicen si apenas me toleran. En fin, debo irme y rehacer las compras, creo que perdí todo.

Gratamente una de las señoras que coincidía con ella en el supermercado no solo recogió las bolsas sino que llamó a la policía quien estaba ingresando al callejón cuando ellos salían.

— ¿Todo en orden señora?

—Sí, mi primo ha decidido visitar la ciudad y me asustó, pensé que era un ladrón, no le veía hace mucho.

— ¿Segura?

—Si oficial, gracias.

Mientras veía Morgan alejarse, decidió visitarla al día siguiente. Mientras tanto ella llegaba casa y encontraba a Steve molesto

—Te fuiste hace horas.

—Estaba saliendo…

Tras contarle todo vio los conocidos cambios en su esposo y temió lo peor, pero Steve no le puso un dedo encima, de hecho se volvió amable y cariñoso con ella. Si recordaba bien al famoso Mark, estaría visitándolos al día siguiente y necesitaba aparentar que llevaban una vida normal. A la mañana siguiente le dijo a Morgan que disfrutara del jardín mientras él preparaba el almuerzo.

Fue mientras ella leía un poco que Mark llegó a la casa, fue sorprendido por Steve que llevaba puesto un delantal y preparaba todo mientras Morgan descansaba, lo que trajo abajo su teoría del abuso, ella se veía feliz, ambos ignoraban su visita y no era posible que fingieran aquello.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados